martes, 30 de junio de 2015

CERRADO POR DICTADURA




En un par de horas entrara en vigor la llamada ley mordaza, a partir de esa hora desconozco lo que se puede o no publicar.
Vivo en un país en el que continuamente el gobierno ofende mis sentimientos y convicciones democráticas,  no dejan ni un sólo segundo de ofenderme.
Por cierto ¿qué pasaría si todos dejamos de publicar, opinar, prosumir unas 48 horas, 7 días, un mes...?


viernes, 26 de junio de 2015

SEMANA DE PRODIGIOS (Parte 8)




SEMANA DE PRODIGIOS  (Parte 8)

Seguimos con el jueves de Laura...


Hoy era jueves, no cualquier jueves, hoy era el día en que ella, Laura Beltrán volvió a la vida. Llena la bañera de su cuarto, la que es de ella, sólo de ella. Ha comprado sales especiales olor mar. Tal día como hoy hace tres años, a las seis y cuarto, ella entraba en el quirófano, era la siguiente en la lista. El anterior inquilino había rechazado ese ansiado corazón, la siguiente candidata era ella. Se desnudó y acarició su cicatriz, tuvieron cuidado y era discreta pero larga. Desde el primer momento se sintieron como un guante, y comenzaron a vivir acompasados, primero con precaución y cautela para no hacerse daño, una vez establecida una relación de confianza, asumían mayores retos.

Antes de entrar en el agua, recogió la copa de vino sin alcohol que ha preparado, y se dispuso a rememorar la primera vez que se saltó todas las normas. Le gustaba en días como éste recordar la travesura.

Las donaciones de órganos no sólo eran altruistas, eran anónimas, esto era parte de su éxito. Bajo ningún concepto se podía saber quién era el donante, pero valiéndose de su carnet de médico, y de la confianza que otros depositaban en ella, averiguó a quien pertenecía: Manuel Marqués Bagur, nacido un veintiocho de abril de 1989 en Ciutadella, Menorca. Ése era su hacedor. En cuanto tuvo ocasión movió cielo y tierra para ser destinada en la isla. El día que pisó suelo menorquín sintió cómo su corazón adquiría nuevos bríos. Éste era su sitio. Había muerto en un accidente de tráfico cuando se dirigía a la playa del Pilar, por ello, decidió no visitarla nunca pese a lo que aconsejaban paisanos y guías.

Sabía fehacientemente que lo que pensaba no tenía ninguna base científica, es más, desde dicho punto de vista era disparatado, pero daba romanticismo a su vida.

Cada vez que la madre de Manuel, doña Mercedes, acudía a consulta, estaba tentada a darle las gracias, pero era consciente de que bajo ningún concepto podía desvelar ese secreto. En compensación, con ella era más simpática, más atenta, más complaciente, más solícita que con cualquier otro. Al fin y al cabo, indirectamente, esa mujer le había dado una segunda oportunidad.

Entre vapores e íntima celebración mató la tarde.
Luisa L. Cortiñas



CONTINUARÁ.
Siguiente (Este enlace no funcionará hasta la próxima semana).

Si a alguien le mata la intriga (no creo, los políticos me hacen competencia desleal) y no puede esperar, está a la venta (trece relatos en total), se puede enlazar en la foto de portada. Me han dicho que tengo que ser más agresiva con la campaña comercial, se admiten sugerencias. 
Del resto, ya saben, que como buena gallega, aparte de los viernes publico cuando me peta.

miércoles, 24 de junio de 2015

¿Y CÓMO ES ELLA?





Mirándote a los ojos juraría 1
Que tienes algo viejo que contarme

Que a pesar de ser vegetariana
te gustan los ancianos griegos, crudos y sin aliños,
¡no hay mejor maridado con la lechuga!
Tú que lo has probado,
lo sabes,
los demás sureños lo intuimos.

Que  a pesar de haber cultivado el derecho laboral,
nada te sube tanto la libido como una buena bajada de salarios ajenos,
subir el IVA del pan y los huevos,
y hacer rebajas fiscales a los amos.
¡Para bien vivir hierbas tiene el campo!

Empieza ya mujer a tener miedo.
Que quizá mañana sea tarde
Cuando todos decidamos que no se puede
y simplemente
DEBEMOS.

¿Y cómo es ella?

Una hija de profesores “ida tan a más” que ha devenido en “hija puta”,
en la más grande “hija puta” que uno puede contemplar a este lado del paraíso.

¿En qué lugar se enamoró de ti?

En un curso de derecho laboral, allí me contó cómo podía expropiarnos de todo.
Ahora me ha sido infiel, y muestra sus trucos de trilera  sin vergüenza alguna,
siquiera le importa que la vean esconder la bola entre los dedos.
¿De dónde es?
Dice haber nacido en la patria de Céline,
aunque bien pudiera venir expulsada del mismísimo infierno.

Preguntále.

Sus actos me bastan.

¿Por qué ha robado un trozo de mi vida?

Ha decidido, por su cuenta y riesgo, que la esperanza de vida supera la vida,
somos caros.
A pesar
de comer carne y pescado (los que pueden),
de atiborrarnos de bollos,
de cocinar con aceite de lubricar coches,
de fumar como chimeneas en un invierno de Alaska,
de chingar como locos,
de procrearnos como enfermos,
de matarnos con los coches,
de beber alcohol de quemar,
de pasar frío en invierno,
de negarnos medicamentos…
A pesar de…
…vivimos demasiado.

Contra la longevidad ajena, ya no bastan las fumigaciones periódicas,
y un gaseo colectivo, indiscriminado o no, no estaría bien visto,
ante todo hay que quedar bien,
somos gente de grandes gestos,
y poco gasto.

Hemos creado defensas como insectos.
Y costras de cucaracha.

Es por eso que ha decidido robarlo todo…
Para otros.
Ella es sabia, generosa, y libre de impuestos como el tabaco de frontera.

Arregláte mujer que se hace tarde
todos esperan a la jefa de los criminales.
“Hola, te saluda la criminal en jefe”
faltó añadir para servir a dios y a usted.

Da igual que no lleves paraguas,
las grandes hijas puta no se mojan,
del mismo modo que los vampiros no se reflejan en los espejos.
Es la maldad que sale por los poros.
Te están esperando para suplicarte, y decirte que
ninguna Virgen, ni en sus peores momentos
disfrutó tanto humillando a un penitente.

En la canción dice que él estaría celoso de perderte, nosotros nos conformaríamos con que estuvieses en un bote de formol, como una de esas reliquias que se guardan bajo siete llaves en  museos sacros.

Dice en tu biografía que fuiste nadadora, modalidad sincronizada.
No sé,
me vienen a la cabeza
las cabriolas de esas espigadas niñas bajo el agua.
Su aparente fragilidad.
La pieza de la nariz para que no entre agua.
Imagino gestos secretos para no fallar los tiempos.
Sus sacrificios.
Sus llantos.
Su solidaridad.
Y me pregunto cuándo dejaste de ser una niña espigada
con bañador coqueto
y te convertiste en una verdadera hija puta
que sólo aspira a vender personas,
culturas,
casas,
cosas,
al mejor postor,
y dejar la esperanza y el futuro en manos de cuatro mercaderes.

¿A qué dedica el tiempo libre?

Cuentan que hace yoga, natación, buceo y jardinería.
Ignoran su afición caníbal,
y no cuentan
quién la ha elegido ella
para mandar tanto.
Quién o quiénes pusieron una papeleta con su nombre.
Quiénes votaron a esos quiénes.
Y quiénes a esos quiénes
que no son nadie
para tener en sus manos
el poder de hacer añicos a una de las cunas de la civilización occidental.
Sin Grecia,
sepa usted,
que todavía seguiría subida a un árbol.
©Luisa L. Cortiñas
1.       Las cursivas llevan a la canción “¿Y cómo es él?” de José Luis Perales. Creo que pocas veces una canción ha dado para tantos y diversos usos. 

viernes, 19 de junio de 2015

SEMANA DE PRODIGIOS (Parte 7)



SEMANA DE PRODIGIOS (Parte 7)



JUEVES

Los jueves le gustaban con locura, su segundo día preferido. Se levantaba hasta más joven, incluso en ocasiones sentía que sus pies no rozaban el suelo, sino que iba por la casa como un ser flotante. Desayunaba su habitual café con leche y unas tortas de maíz, al principio no sabían a nada, pero ahora anunciaban que ése es un gran día. A las nueve en punto, como cada jueves, venía Sabina, la dulce Sabina. Una colombiana de pechos generosos y andar bamboleante que hacía las tareas de casa demasiado rápido. En sus manos, trapos y escobas, eran “abanicos de dama”. Hoy, en cuanto ella llegó, salió de sus labios sin pasar antes por la cabeza:

—Oiga, señorita Sabina, ¿entiende usted algo de tintes? —pregunta mientras se levanta para coger la caja e ir estudiando el asunto.

—Algo sí. ¿Ha decidido usted ponerse guapo?

—Cambiar un poco de imagen estaría bien, ¿no cree?

—Estará usted muy atractivo sin canas y con ropa un poco más juvenil, bueno, como la que lleva hoy. Si me deja usted trabajar tranquila seguro que me quedan unos minutos para echarle el tinte. Si usted quiere, claro, y lo tiene a mano.

La cara de Sabina no salía de la sorpresa, debió pensar algo así como a la vejez viruelas.

Le gustaba seguir a Sabina cuando hacía sus tareas. Ella soportaba la persecución con estoicismo, cuando la cansaba no tenía más que entrar en la sala de música para pasar el plumero y él desaparecía como por ensalmo, y esperaba tranquilo en el salón con el periódico en la mano.

Él sospechaba que a ella le gustaba enormemente esa estancia, seguro le resultaba gracioso ser recibida por un par de atriles colocados a modo de camareros con bandeja, sólo les faltaba preguntar al visitante ¿qué desea? Fue él quien dispuso tan teatral ubicación. Le intrigarían, sin duda, las cajas de extrañas formas que estaban esparcidas aquí y allí, y que escondían instrumentos musicales que él amaba cuando la vida no había dejado de quererle. Pero lo que más llamaría la atención a cualquier visitante sería el inmenso piano de cola que llenaba todos los rincones de la estancia, sabía que Sabina lo acicalaba todas las semanas con mimo, con el mismo cuidado que tendría si él tuviese el valor de volver a acariciar sus teclas y arrancar sus notas. Pero, ¿para qué tocar? ¿Para quién? Desde aquel maldito lunes no se atrevía a entrar allí, aunque a menudo recordaba el día que el piano llegó a casa.

Maruja estaba de los nervios, habían tenido que tirar parte de la fachada para que el piano pudiera entrar. La primera planta y el jardín estaban envueltos en polvo, el camión del piano no llegaba, y los de la grúa no hacían más que señalar el reloj, para informar por enésima vez, que no tenían todo el día. La nueva casa era más grande que la que abandonaban, pero ninguno de los dos pensó en el piano, y cuando se dieron cuenta de que éste tendría que ser trasladado a una primera planta, era demasiado tarde para dar marcha atrás.

Cuando por fin llegaron los del camión, cortar el tráfico, ayudar al gruísta, y asegurar que el instrumento llegaba sin un rasguño fue todo un ejercicio de paciencia y pericia. La maniobra fue un éxito, a pesar de que esa noche, debido a los múltiples retrasos, tuvieron que dormir con media fachada abierta al cielo. Si la habitación no tuviera sus paredes repletas de estanterías, uno podría ver todavía las huellas de aquel desaguisado.

Lo que más echaba en falta del cuarto era acariciar su colección de violines. Ya no recordaba el momento en el que de pasión de coleccionista, habían pasado a ser la garantía de una jubilación sin sobresaltos económicos.

La cara de Alfonso se iluminaba y sonreía, hoy será un niño mudo y bueno. Sabía que a Sabina le molestaba que la siguiese, pero él decidió hace tiempo que lo que los demás piensen le da exactamente igual, él puede hacer ya lo que quiera.

Hoy decidió permanecer quieto y callado en el sofá leyendo las instrucciones. Él contaba con cuatro líneas y un par de dibujos, pero no. El folleto extendido era inmenso, no sabía que era tan complicado cambiar el pelo de color. Si tuviera algún nietecito travieso seguro que en dos minutos lo dejaba niquelado con un rotulador indeleble de esos, como al Mariano, que le dejaron un pelo amarillo chillón que tardó días y días en quitarse de encima. Se tranquilizó cuando cayó en la cuenta de que venía en varios idiomas. Eso él no lo veía muy eficiente. No entendía cómo funcionan los modernos éstos, por un lado todos preocupadísimos por el medio ambiente, pero entregaban folletos más grandes que periódicos para dártelo en varios idiomas de los que normalmente sólo entendías uno. Aunque vendieses en todo el mundo, ¿para qué gastar tanto en papel?
Sabina sale de la cocina, informando de que ya estaba todo en marcha. La limpieza profunda del baño de la planta baja la dejaría para el próximo día, y está ya disponible para dejarle más joven que a un bebé de pecho.

Ve a Sabina con unos inmensos guantes transparentes.

—¿Y eso? —pregunta.

—Vienen pegados en las instrucciones. Son para no ensuciar la piel. Si uno se pringa tarda unos días en quitar la mancha.

Alfonso alucinaba cuando Sabina abrió una bolsa de basura, la rajó convirtiéndola en un inmenso mantel, y se lo colocó a modo de babero. Esto era una vuelta a la infancia en toda regla.

—Para no ensuciarse, Alfonso, para no ensuciarse.


Sabina ya tenía el producto mezclado y comenzó la tarea.


—Está frío.


—No se queje, para presumir hay que sufrir.


—Eso dicen las modelos. ¡El hambre que deben pasar esas chicas!


—¡Con lo guapas que somos las generosas en carnes!


—No digas eso, que todavía no tienes ni un michelín.


—¡Qué amable es usted!


Sabina se afanaba en su tarea y ambos se distraían con temas banales.


—¿Tiene un secador?


—¿De qué?


—¿De qué va ser? De pelo.


—No sé, mi señora tenía. Si hay alguno estará en el baño del dormitorio de arriba.


Sabina se ausentaba para buscarlo, y Alfonso aprovechó para mirarse en el gran espejo del recibidor. Ridículo, está ridículo. Por unos momentos dudó de su decisión. Lo mejor era esperar a que acabase el trabajo.

Sabina bajó la escalera con el secador a modo de trofeo.

Voilà.

—Ahí estaba, ¿no? No entro en ese cuarto desde que ella se fue.

—Tiene usted la casa poco utilizada. Podría alquilar una habitación a alguno de esos funcionarios que vienen destinados por poco tiempo. Sacaría usted un dinero y compañía.

—Mientras pueda vivir así, mejor. No me acostumbraría a vivir con nadie.

—¿Y si el plan de ligar sale bien? ¿Qué va a hacer?

—Ir a vivir a casa de ella.

Ambos reían mientras Sabina contemplaba su obra, a ver si ya puedía lavar y aclarar.

—Guapísimo, ha quedado usted guapísimo. La verdad es que tiene usted unos ojos preciosos.

—Gracias, me lo han dicho muchas veces, pero yo los veo muy normales.

—No se mira usted con buenos ojos.

Cuando Sabina se fue, Alfonso corrió nuevamente al espejo, y no sabía si guapo, pero años, sí se ha quitado unos cuantos de encima. Era increíble lo que consiguían unos polvos con agua. Decían que las canas hacen atractivos a los hombres, él no lo veía así. ¿Cómo se iba a fijar una de esas robamaridos en él con su antigua pinta de menesteroso?

Esta tarde, en su partida de dominó ya se enteraría de cómo iba la cosa.
Luisa L. Cortiñas


CONTINUARÁ.
Siguiente (Este enlace no funcionará hasta la próxima semana).

Si a alguien le mata la intriga (no creo, los políticos me hacen competencia desleal) y no puede esperar, está a la venta, se puede enlazar en la foto de portada.
Del resto, ya saben, que como buena gallega, aparte de los 

martes, 16 de junio de 2015

ESOS ROJOS COMUNISTAS






ESOS ROJOS COMUNISTAS

¡Pensar que cuando era adolescente creía que me lo dejaban todo hecho! Y no, parece ser que sólo lo dejaban atado, bien atado.

Mientras la vieja Europa aniquila sin piedad su envidiado “estado de bienestar”, al otro lado del charco parece que algunos comienzan a pensar que aquella Europa no estaba tan mal diseñada.

Sí, al otro lado del charco hay un peligroso estado, que no sólo se conoce por sus playas y su industria cinematográfica, sino que al paso, se hará famoso por los rojos comunistas de sus dirigentes y habitantes.


-          Ciudad de Richmon (la del estado de California) En 2013, la alcaldesa “progre” de esta ciudad, vio cómo ésta se podía quedar vacía como la semi desierta Detroit. Ante la avalancha de desahucios que se avecinaba decidió ponerles freno. ¿Cómo? Negociar con los bancos y ofrecer un precio por las viviendas tasados por una empresa independiente, si éste se negaba, ella utilizaría su derecho a expropiación (en los países ultraliberales también se expropia cuando hay que construir una carretera, poner una vía de tren…) facilitando un justiprecio por la vivienda. Una vez la vivienda pasa a ser propiedad del Ayuntamiento, se negocia con la familia alquiler,  alquiler con recompra o la solución que a ambos les parezca más propicia.

En España, hay alcaldesas que venden vivienda social a fondos buitre para los que trabaja su hijo, hasta donde sé, estas ventas se han denunciado. No sé lo que dice la ley, ni lo que dirá un juez, pero mi sentido común me dice, que cuando menos, no es ético vender vivienda social que hemos pagado con nuestros impuestos a empresas privadas, por mucho que el hijo del alcalde trabaje en ellas.  En todo caso, en España existe el derecho de tanteo y el retracto. Entiendo que un Ayuntamiento puede comprar vivienda conflictiva en nombre y para sus ciudadanos, y éstos ya pagarán como se pueda. ¿No es esa la función de la vivienda social?

En este amado país, ya dicen que nada de esto es posible. Sin duda se puede, ¡vaya si se puede! Y si no, miren ustedes a éstos peligrosos comunistas californianos (o a nuestra particular Ada).

-          En la ciudad de Los Ángeles (California), los dirigentes municipales, que aparte de rojos y comunistas son unos hachas, han hecho cuentas y han llegado a la más que excéntrica conclusión de que la pobreza les sale cara, y no es justo que el estado cargue con la parte que las empresas no pagan y se embolsan como beneficio, y con un gran sentido común (bajo mi punto de vista) han ideado un plan revolucionario: el salario mínimo pasará de los nueve a los quince dólares en el 2020. La subida se hará escalonadamente y por tramos, ya que no es lo mismo una empresa con tres mil empleados que una de diez. Hasta ahí se entiende.

En España, día sí, día también, la mayor organización empresarial, que aspira como todo español muy español a ser asalariado de sus empleados, suplica que les permitan fustigar más los bolsillos de sus súbditos, una panda de brutos e ignorantes que van a la universidad a beber vino y follar como locos, y lo único que medio saben hacer es llevar copas de un cangrejo a otro chapurreando un inglés incomprensible, y encima tienen la osadía de pretender que se les pague y vivir de ello.

-          Tercero y último. El colmo del comunismo de estos locos californianos, son los mandamases del propio estado. Para promocionar las energías renovables, no se les ha ocurrido otra cosa que la bolivariana idea (a Chávez sin duda le hubiese gustado mucho esto) de regalar placas solares. Sí, has leído bien, esos locos californianos REGALAN PLACAS SOLARES. Llegados a este punto te preguntaras a quien. En un país como España pelearían por ellas hasta dejarse sin pelos, no digo de donde, los Mandarines de la Naranja y los Fans de la Pera… pero ellos son diferentes. Han decidido que los agraciados sean las familias con rentas mínimas y gentes de bajos recursos, para que disfruten un poquito de los cambios climatológicos, y compren alguna chuche a los nenes.
Por cierto, el dinero para tanto dispendio ¿sabe de dónde lo obtienen? Exacto, de los impuestos que pagan las empresas que contaminan, y que los “administradores” han de emplear en cuidar el medio ambiente. Un buen uso diría yo.
En España es “igualico”. Tenemos un ministro de la cosa que es canario, no por cantar bien sino que es de Canarias aunque se apellida Soria, y que quiere poner un “impuesto por usar el sol”, que hasta los americanos comunistas saben que es de todos. En España, que ni es bolivariana ni Bolivia, parece que al final nos tragaremos la nueva ley “en proyecto”, que será utilizada como lanzadera para cuando la política, de la que tan bien viven muchos inútiles, les diga adiós. ¡Qué tiempos aquellos en que los bolivianos (de Bolivia) corrieron del país a las empresas del agua que pretendían prohibir llenar cubos de lluvia! (Que también es de todos, o al menos, de aquellos a los que les cae encima “cuando les cae”).


Yo no es que sea muy pro yanqui, más bien nada, pero he de reconocer que estos locos comunistas californianos me han conquistado. Da igual de dónde procedan las ideas, lo importante es que funcionen y solucionen problemas.

Hoy día, en España, aspirar a un techo, una subida de sueldo o calentar la casa en invierno es cosa de perroflautas, bolcheviques y peligrosos antisistema, por ello he decidido escribir esta especie de loa para cosas que están bien hechas al otro lado del charco (tan poco admirable en infinidad de cosas de las que hoy no procede hablar).


PD: No añado ningún enlace a ninguna de estas “noticias” porque en cualquier buscador se puede acceder fácilmente, a través de diversos medios, a toda esta peligrosa información para mentes calenturientas.
Luisa L. Cortiñas

Ironía: Figura retórica que consiste en dar a entender lo contrario de lo que se expresa.

viernes, 12 de junio de 2015

SEMANA DE PRODIGIOS (Parte 6)





Mil disculpas, los hados de la programación me la han vuelto a jugar. ¡Ains!

Vamos por la "parte 6". Seguimos con el miércoles.
Si te has perdido el capítulo anterior pincha en el enlace. ¡Buena lectura!
Si lo has encontrado hoy y te apetece saber qué ocurre desde el principio pincha este enlace



SEMANA DE PRODIGIOS (Parte 6)


Laura salió de casa hecha un figurín. Sin duda, su admirador secreto la observaba por las mañanas cuando se dirigía a su lugar de trabajo. Hacía ya tiempo que no se ponía falda, pero esa mañana apetecía, todo invitaba a airear las piernas y que fueran adquiriendo un poco de color. Desde que había conseguido destino en aquella modesta ciudad de treinta mil almas iba a su trabajo andando, ya casi se había olvidado del coche. En menos de un par de años los pitidos se habían convertido en algo lejano y ajeno. Recuerda sin añoranza aquellos atascos interminables para entrar en la capital que la habían empujado a levantarse dos horas antes para evitar la hora punta, y pasar tres cuartos de hora en la cafetería de al lado del ambulatorio, dando vueltas al café y haciendo familia con los compañeros. En aquel tiempo discutía con Ramón, que no entendía tanta entrega laboral. Él no necesitaba madrugar tanto, y tampoco se preocupaba demasiado, el trabajo iba sobre ruedas y los contratos en el mundo de la construcción en pleno “boom” se firmaban entre comida y comida. Lo de él era dinero fácil, ella en cambio siempre salía un par de horas más tarde de su hora, le gustaban las personas, le gustaba escucharlas. Era cierto que se preocupaba más de lo normal, y que en ocasiones los problemas ajenos los hacía propios, esto provocaba que consumiera gran parte de su tiempo libre en investigar otros campos médicos. Su interés y constancia había hecho que fuera apreciada por gran cantidad de especialistas, que siempre procuraban mimar un poco más, si cabía, a los 
pacientes que ella les enviaba.

Ya estaba este miércoles a las puertas del ambulatorio, un edificio gris de dos plantas, amplio y luminoso, como dictaban las nuevas modas. El guardia de seguridad, que habían contratado recientemente para evitar pequeños incidentes, provocados más por las miserables decisiones de algunos políticos que por los malos humos de los pacientes, la recibió con una gran sonrisa poco habitual en él.

Al saludar a las chicas de recepción con un alzado de mano, éstas sonrieron y con gestos le indicaron que se acercara al mostrador. Hoy tenía dos sobres de dos pacientes. Los habituales y crónicos solían dejarle sus necesidades en un sobre, ella incluía los medicamentos solicitados en su tarjeta y se ahorraban pasar por consulta. Le gustaba ese método, no era el habitual, pero cuando uno pagaba tenía derecho a comprar el ibuprofeno con el descuento correspondiente. Estaba un poco desilusionada cuando no le dieron ningún sobre azul, su admirador había utilizado un sobre azul. Cuando ya se iba ir una compañera la agarró del brazo y le dijo que esperase, se agachó y de debajo del mostrador levantó un inmenso ramo de rosas rosas y amarillas, sus favoritas.

—Ahí hay al menos dos docenas —exclamó sonriente—, además son mis favoritas. ¿No tienen tarjeta?

—Tarjetón, diría yo.

—Sí, tarjetón —dice Laura, mientras coge el gran sobre azul—. Me voy a la consulta.

—Ya contarás que dice.

—A ti te lo voy a contar yo.

Laura no podía estar más feliz. Desde niña le gustaban los colores rosa y amarillo, siempre le parecieron la combinación perfecta. Dejó de vestir de amarillo el día que la cool de su curso le dijo “no hay campo sin grillo, ni hortera sin amarillo”. A ella nadie la llamaba hortera. No volvió a vestir dicho color, pero se vengó con las sábanas, las cortinas, las paredes, los manteles. Su casa era un homenaje silencioso al amarillo y al rosa chicle. Ahora ya no le importaba lo que los demás dijeran.

A media mañana, decidió que esta tarde se compraría un vestido de dicho color.

En cuanto llegó a casa, entró como una ráfaga de viento y se dirigió al cuarto de Laura.

—Hola cariño, ¿qué tal todo?

—Bien, todo bien. Mamá, ¿has venido corriendo?

—Más o menos. Oye, ¿sabes si el amarillo es tendencia para el verano?

—Sí, el amarillo cítrico, pero también se llevan los pasteles, las veladuras, ¿y ese interés por la moda?

—Había pensado en ir esta tarde de compras. ¿Tienes tiempo para acompañar a tu anciana madre?

—Para ir de compras siempre tengo tiempo, no hace falta que digas que eres una dulce ancianita para convencerme.

—A las cinco en la cocina. No falles.

—Como un clavo.

Llegaron a casa inundadas de bolsas, habían renovado el armario para la próxima temporada, y Laura se hizo con un vaporoso vestido amarillo de tirantes que le quedaría estupendo cuando se hubiera puesto un poco morena. La niña se había vuelto loca, y llevaba de todo.

La verdad es que fue una tarde estupenda. Laura hija estaba encantada de ver a su madre tan feliz, desde que papá se fue con la fresca ésa a la que dejó preñada, no estaba la pobre para muchas alegrías. Hoy la había visto realmente muy contenta e ilusionada. 
Luisa L. Cortiñas



CONTINUARÁ.
Siguiente (Este enlace no funcionará hasta la próxima semana).

Si a alguien le mata la intriga (no creo, los políticos me hacen competencia desleal) y no puede esperar, está a la venta, se puede enlazar en la foto de portada.
Del resto, ya saben, que como buena gallega, aparte de los viernes publico cuando me peta.